La turquesa es un fosfato de color azul verdoso, formado por fosfato de aluminio hidratado y cobre. Normalmente se encuentra en entornos áridos, en zonas de oxidación de yacimientos de cobre, en filones y en venas de esquistos ricos en fosfato.
El nombre de turquesa viene de la palabra francesa “pierre turquoise”, haciendo referencia a su entrada comercial a Europa occidental a través de Turquía en el s.XVI.
La turquesa tiene un importante valor histórico ya que es una de las piedras que se han encontrado utilizadas como ornamentación en civilizaciones muy antiguas, como en el Antiguo Egipcio, en las culturas mesoamericanas precolombinas, la Civilización del valle Indo y China.
La turquesa aparece en hábito masivo o microcristalino, y raramente en forma de cristales. Su color puede variar de azul claro a verde, en función a la cantidad de hierro y cobre que contenga. También puede contener inclusiones de otros minerales como limonite, pirita y calcedonia. También puede encontrarse junto con la crisocola y la malaquita.
Yacimientos: Estados Unidos, Irán, México, Egipto, China, Perú, Polonia, Rusia, Tíbet, Afganistán y Kenya.